martes, 24 de septiembre de 2013

DE MENDIGO A MILLONARIO

Sarmiento después de toda una temporada, se fue con las manos vacías del Centenario y con pocos argumentos como para pretender que otro hubiese sido su destino. Su condición de invicto no lo hacía invulnerable, pero significaba un respaldo de solidez y confianza que se dio de bruces contra la realidad “Taninera”. No solo dejó los tres puntos y el invicto en su propio estadio, el conjunto de Dechat, sino que proyectó una imagen de equipo anodino y sin variantes. Todo eso fue legítimamente capitalizado por un rival que, pese a las limitaciones individuales, apeló a una convicción colectiva para el elogio. Falta un mundo, todavía, para ver en qué lugar estarán parados en la parte final de la temporada, allí cuando se consolidan los equipos. Sarmiento por ahora solo tiene la prepotente ambición por el ascenso, pero en el primer partido no se dio cuenta de que el juego se le escurría de las manos. En este juego, las asimetrías no siempre se imponen en el resultado final. Sarmiento llegó con el respaldo de un plantel de jerarquía como para anotarlo en la no numerosa lista de equipos a quedarse con el ascenso; enfrente estaba el humilde Fontana, en plena reconstrucción y con un técnico como Eric Acosta, que tuvo que armar un nuevo modelo, después de haber perdido gran parte de la base de la temporada anterior. En la primera mitad, la paridad se expresó en el despliegue del equipo visitante, que procuró incomodar a Sarmiento y reducirle los espacios para cortar los circuitos de creación. El “Decano” nunca le tomó el pulso al rival. Alegre recuperaba, pero Maidana la entregaba mal. Arce y Brizuela, a pesar de sus cambios permanentes de sector no desequilibraron, y por ende Adorni y Verdún arriba, fueron meros espectadores. Fontana como buen alumno aplicado, fue prolijo y obediente, pocas veces se soltó en ataque, y cuando lo hizo creo peligro ante una dubitativa defensa local. Roberto Urbina, Romero y Arbués trabajaron muy bien en el medio, al cual después se sumó Estepa por izquierda para dar una mano en los pocos momentos críticos que tuvo. Un tiro libre de Arce que Aquino sacó con dificultad al tiro de esquina, un remate de Alegre en el travesaño; y la mejor acción colectiva entre “Pitón” Urbina y Estepa, para el remate cruzado del ex Sarmiento, fue lo poco que mostró la etapa en ofensiva. El segundo tiempo más allá de algunas acciones de peligro, fue una sintonía casi calcada de lo que ocurrió en el primero. Poco juego, mucho roce y casi nada de fútbol. En este contexto siempre fue Fontana el que tuvo las mejores chances para convertir, como el remate que dio en el poste de Bogado. Sarmiento tuvo dos en los pies de Cabrera y en la cabeza de Basso. Sobre el final, en una de las tantas escapadas de Estepa (para éste servidor la figura del partido) remató y su tiro se fue abriendo hasta llegar a los pies del juvenil Almirón, a esta altura ya una especie de Robin Hood, que tirándose al piso casi como para recuperar un balón, alcanzó a tocarla y la mandó al fondo del arco, para consumar ante la sorpresa de todos, el “robo” de puntos al millonario. Quedaba tiempo, algo así como 5’ más. Sin embargo, no hubo respuestas contundentes de Sarmiento, que siguió siendo un equipo apresurado y que mostró su lado menos creativo. Confundido, el conjunto de Dechat, no tuvo la reacción esperada para, al menos, alcanzar el empate. Fontana cerró el partido con autoridad y sin zozobras. Así redondeó una victoria inesperada, pero no menos justa, que lo templa desde el arranque, a la vez que sembró de dudas a quien asomaba como uno de los mejores de la clase.

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