martes, 13 de marzo de 2012

JUEGOS PANAMERICANOS: ARGENTINA PASÓ DE SER ELITE A SÉPTIMA

Tras un repaso por los distintos Juegos Panamericanos a lo largo de la historia, podemos percibir claramente que nuestro país, descendió considerablemente de los principales estratos deportivos. Una Argentina que supo ser potencia, si potencia, ahora naufraga en la séptima colocación en dónde no solamente parece estar estancada, sino por el contrario, manifiesta un retroceso cada vez más importante. La próxima cita, serán los Juegos Olímpicos de Londres; ¿Qué será de nuestra vida deportiva, si ni siquiera podemos establecer superioridad con los países de nuestro continente?. Un llamado de atención para todos. Quién quiere oír que oiga. Desde estas humildes líneas tratamos de crear conciencia y simplemente mostrar cómo venimos decayendo en la esfera del deporte. De ser élite, a éste nada envidiable 7º puesto en México.
Terminó Guadalajara, se terminaron los 16º Panamericanos y Argentina culminó séptima por cuarta vez -tercera consecutiva-; si se repasan los juegos pormenorizadamente, la peor posición histórica.  Nuestro país luego de ser una potencia deportiva, está pasando por la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. En vísperas de los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres, donde, sin dudas y de acuerdo a como viene el panorama, haremos un papel tercermundista.
La historia cuenta quién fue y en qué se está transformando Argentina. Además de anfitriona, fue primera en los Juegos inaugurales del verano de 1951, superando a los mismísimos Estados Unidos y a los otros veintiún participantes: 16 de ellos conquistaron medallas en los 18 deportes que, en esa ocasión, fueron oficiales en Buenos Aires. Más allá de la ausencia de Canadá y de que Estados Unidos sólo trajo una delegación de apenas 175 atletas. Eran tiempos de gloria local, marcados por el propio abanderado del desfile de apertura, el maratonista santafesino Delfo Cabrera que, tres años antes, en Londres, había conseguido el oro olímpico.
No fue una casualidad que Buenos Aires fuese la primera sede. Ni fruto de un sorteo. Argentina era, claramente, mucho más importante que cualquier vecino del Río Grande hacia abajo en el mapa americano. Durante el Congreso Olímpico de 1924, en París, los miembros del Comité Olímpico de México, Cuba y Guatemala propusieron torneos multidisciplinarios para su región, que se concretaron dos años después, cuando la capital ‘azteca’ recibió los primeros Juegos Centroamericanos. Ese fue el inicio de los actuales PAN. Durante los Juegos Olímpicos de 1932 que se disputaron en Los Ángeles, los representantes latinoamericanos pidieron que se ampliaran para todas las Américas. Esta propuesta generó, en agosto de 1940, la cumbre en Buenos Aires del Congreso Deportivo Panamericano, que eligió a la capital argentina como sede de los primeros Juegos que deberían disputarse en 1942. No se realizaron en esa fecha por causa de la Segunda Guerra Mundial.
En 1948, en Londres, una vez firmada la paz y durante los primeros Juegos Olímpicos de post-guerra, se ratificó que los I Juegos Panamericanos se disputarían en Buenos Aires a partir del 25 de febrero de 1951, bajo el control de la Organización Panamericana de Deportes. Que cambió su nombre, para PASO, en 1955 y hoy agrupa a 42 países de las Américas y el Caribe. Aunque PASO (Pan American Sports Organization) es la sigla en inglés, la más usada, es ODEPA (Organización Deportiva Panamericana). Su sede está fijada en México, porque los países de idioma castellano son mayoría.
Después de haber sido anfitriona y primera en el medallero de 1951, donde Argentina consiguió el 47% de los Oros disputados, en las dos ediciones siguientes Argentina fue segunda, sólo atrás de los norteamericanos. Segundos entre veintidós y veinticinco delegaciones inscriptas, respectivamente, donde 18 y 19 naciones se repartieron las preseas, un verdadero motivo de orgullo. En 1959, EE.UU, fue país sede en Chicago, que sustituyó a Cleveland a última hora. En 1955 organizó los Juegos México, nuestro país terminó segundo con un fútbol campeón y brillante, integrado por cracks como ‘El Bocha’ Humberto Dionisio Maschio, José Francisco Sanfilippo y el ‘Piojo’ José Yudica. Los deportes oficiales, en esas oportunidades, fueron diecisiete en USA y -como en la primera edición- en México otra vez dieciocho.
Aquella nación peronista era una Argentina que, deportivamente, llevaba en su ADN la mixtura aún tibia de la mejor sangre euroamericana y un aceptable presupuesto del gobierno. Esa inversión se reflejaba en la mayoría de las especialidades, con figuras como Osvaldo Suárez en el atletismo y Humberto Selvetti en el levantamiento de pesas. Hace sesenta años Argentina, era la segunda potencia del Nuevo Mundo.
Al entrar en la segunda década de los PAN -los pasados sesenta-, comienza a insinuarse la decadencia, la curva estadística tuerce su nariz hacía abajo. Doce años después de aquella primera edición, iniciada en el entonces flamante estadio de Racing, con Perón y Evita presentes, se empezó a caer al cuarto lugar. Argentina clasificó en San Pablo y en los PAN con menor número de atletas participantes de la historia: 1.665. La estrella de la natación, Luis Alberto Nicolao fue bronce. En la quinta disputa, en Winnipeg, Canadá, Argentina fue cuarta y en la siguiente, en Cali, -siempre se alternó hemisferio, de un Juego para otro- abriendo la tercera década panamericana, exactos veinte años después del comienzo de todo,  fue sexta.
En tales tres Juegos se llevaron medallas 19, 20 y otra vez 20 países, en orden cronológico, de los veintidós, veintinueve y treinta y dos -por primera vez las tres decenas-, que participaron. Las disciplinas oficiales fueron 19 en Winnipeg y 18 en las otras dos ediciones.
La decadencia comenzaba a aparecer nítida e indisimuladamente y no solo en los medalleros, también en actitudes y comportamientos. Oscar ‘Ringo’ Bonavena, después muy famoso en el boxeo argentino, en los Juegos de San Pablo, le mordió la oreja a su vencedor, el norteamericano Lee Carr. Y en los Juegos de Winipeg, Argentina no pasó las eliminatorias en fútbol y parte del equipo declaraba policialmente por robo en el hotel.
En 1975, en México, que organizó los Juegos por segunda vez -primer país y primera ciudad en repetirse como sede, en este caso al declinar Santiago de Chile; Argentina reiteró la dosis: sextos, entre 33 delegaciones inscriptas y veintiséis llevándose preseas, en los 18 deportes puestos a competir. Nuestra delegación de esgrima era lo mejor que teníamos mientras Estados Unidos, en esos Juegos, presentaba al mundo a Ray ‘Sugar’ Leonard entre sus boxeadores.
En 1979 se volvió al cuarto puesto gracias a los Oros, porque en el medallero general también se clasificó en el sexto puesto. En esos Juegos, disputados en San Juan de Puerto Rico, el número de participantes subió a 34, distribuyendo medallas entre veintiuno de ellos, en 22 deportes. La patinadora marplatense Nora Vega y el remero Ricardo Ibarra, junto al equipo de Tiro Deportivo y el después actor, de la esgrima Fernando Lúpiz, permitieron que Argentina se recuperase de la que ya era una caída casi vertical. Mientras tanto EE.UU. se representaba con Carl Lewis y Cuba con Alberto Juanantorena. Curiosamente ese fue el primer PAN en que el patinaje (de Nora Vega) participó como deporte oficial, lo mismo que el Tiro con Arco y el Softbol. Como un año antes la Argentina se había consagrado campeón mundial en fútbol, con Menotti y la Junta Militar a la cabeza, el deporte nacional amateur recibió más apoyo que en otras ediciones. Cosa que el medallero reflejó, cuartos: nunca más se mejoró esa posición; sólo en Mar del Plata, cuando se organizaron los Juegos. Después, sólo se fue para atrás.
La década siguiente fue ‘apretada’, tuvo sólo dos ediciones: 1983 y 1987, Caracas e Indianápolis respectivamente, ciudad esta última que sustituyó a la declinante, por segunda vez, sede original de Santiago de Chile. En la disputa venezolana se ‘tocó fondo’ clasificando séptimos por primera vez pese a que solo se distribuyeron medallas entre 21 países de los treinta y seis participantes, en 23 disciplinas. Allí aparecieron los hermanos Curuchet en el ciclismo y la generación de vóley masculino integrada por Castellani, Conte, Uriarte, Kantor, etc. Y en el tenis el promisorio Christian Miniussi. Pero ninguno pasó del bronce.
La realidad. Cuatro años después, ya entre 38 repúblicas panamericanas participantes, Argentina terminó quinta. Veintisiete ganaron medallas en alguna de las también 27 modalidades oficiales que habilitó ODEPA. En esas dos ediciones ni el fútbol nos salvó: en Caracas, donde por primera vez se implementó el control anti-doping, no se pudo ni siquiera subir al podio futbolero. Guatemala fue Plata, en fútbol. Y en Indianápolis, se consiguió el bronce atrás de Brasil y Chile en ese orden. El hockey sobre césped femenino fue oro, como lo fueron los neuquinos José Luis Lozano y Rosana Sastre en patín en carrera y Gabriel Curuchet en ciclismo. Además del fútbol, la otra gran frustración fue el seleccionado masculino de hockey sobre césped, con figuras como Gabriel Minadeo, Marcelo Garraffo y Sergio Vigil que perdió la final.
En los noventa Argentina arrancó sexta en Cuba, entre 39 naciones, donde veintiséis obtuvieron preseas en los también 26 deportes que compitieron en los XI PAN de la historia. ‘Las Leonas’, llevándose el campeonato en el Hockey sobre Césped fueron, lo mejor que se mostró en esa edición de 1991, donde sólo se cosechó once oros. Los nombres del momento eran Antonio Silio, Romina Platarotti, Karina Massota, Sofía MacKenzie, Vanina Oneto , Jorgelina Rimoldi, Carolina Mariani, Orlando Baccino, los voleibolistas Weber y Milinkovic y los hermanos Carlos Mauricio y María Inés Espínola. Pocos de ellos quedaron, realmente, fijados en la memoria colectiva.
En 1995, en Mar del Plata -locales por segunda vez-, con un cuarto lugar que le sirvió a nuestro país para ubicarse definitivamente fuera del mapa de la elite, esto es abajo del podio continental, donde suben los tres primeros. En esta ocasión, se estuvo dos posiciones debajo de la expectativa que generó ser anfitriones. En esa edición, por primera vez fueron más de cuarenta las delegaciones participantes (42 para ser exactos, es decir todos los miembros de ODEPA). Treinta y una de esas naciones sumaron por lo menos una medalla en las 34 modalidades disputadas (Squash, Karate y Triatlón entraron en el calendario por primera vez) Y por vez primera, también, se superó el número de cinco mil atletas compitiendo. Hubo muchos nombres y muchas expectativas, hasta algunos buenos logros, pero menos de lo esperado. El tenis masculino con Hernán Gumy, Luis Lobo y principalmente Javier Frana -abanderado y medalla de bronce en Barcelona 1992-, el femenino con Patricia Tarabini, Mercedes Paz y Florencia Labat, el básquet de Marcelo Milanesio, Fabricio Oberto y Rubén Wolkowisky, el fútbol con Ariel Ortega, Claudio López y Javier Zanetti, el remo de Santiago Fernández, el hockey femenino sobre césped con Magdalena Aicega, Anabel Gambero, Jorgelina Rimoldi y Vanina Oneto, los varones con Jorge Lombi a la cabeza y sobretodo el otro hockey, sobre patines, con el consagrado Francisco Velázquez, mas el pesista Darío Lecman, la patinadora local Nora Vega, aún vigente, fueron las principales medallas de oro y los principales títulos en los diarios.
Se cerró el Siglo XX, en Canadá -Winnipeg nuevamente-, empujados por la euforia y la preparación de los Juegos anteriores, Argentina volvió a culminar en la quinta plaza, entre las cuarenta y dos naciones inscriptas para disputar 34 disciplinas. Veintisiete países se distribuyeron las preseas. Nuestros principales medallistas individuales fueron mujeres, Alejandra García en atletismo y Serena Amato en Yachting y en lo colectivo, también ellas, ‘las leonas’ con destaque de Solange Witteveen. En el género masculino, Javier Correa en canotaje y David Nalbandian que conseguía bronce en tenis, fueron los nombres a resaltar.
En los años ‘dos mil’, se siguió descendiendo, con un nuevo, y por segunda vez, séptimo lugar en Santo Domingo (con el mismo número de países participantes: 42, para que treinta y uno se lleven medallas como premio por su participación en treinta y cinco modalidades oficiales). En estos juegos, el remero argentino Ulf Lienhard fue despojado de sus medallas de Plata y Bronce, acusado de haber competido bajo efectos estimulantes de cocaína, en las especialidades ‘cuádruple corto ligero’ y ‘doble corto ligero’. Las Leonas retuvieron el primer puesto al igual que los varones del hockey sobre césped, aunque la principal figura fue José Meolans que logró su primer Oro Panamericano. Mientras nuestro fútbol ganó por última vez el título continental.
Ese pobre séptimo lugar se repitió entre cuarenta y dos naciones, en Río de Janeiro, en la penúltima edición (2007), donde 32 delegaciones se repartieron las preseas de las cuarenta y dos disciplinas oficiales. Argentina, en su mejor momento olímpico y futbolístico cometió el error de ir con un Sub-17, siendo eliminada rápidamente por países que llevaron, como el reglamento habilitaba, sus selecciones Sub-20. Los nombres, por bien o por mal, del PAN de Río aún están frescos en nuestras memorias: Juan Curuchet y Walter Pérez (ciclismo), Germán Chiaraviglio y Alejandra García (salto con garrocha), Georgina Bardach, Cecilia Biagioli, Agustina De Giovanni, José Meolans, Joaquín Belza, Gastón Rodríguez (natación), las Leonas y el seleccionado masculino (hockey), Jennifer Dahlgren (lanzamiento de martillo), Santiago Fernández (remo), Mariano Reutemann (yachting), María Fernanda Lauro (canotaje), Alejandra Carbone (esgrima), Lucas Legnani (bowling), Gumersindo Carrasco (boxeo), Miguel Albarracin, Orlando Baccino, Lorena Briceño y Daniel Krukower (judo) y Song Liu (tenis de mesa).
Se terminó de ‘consagrar’ esta séptima plaza, ahora, en esta última edición de Guadalajara, como la actual, real y verdadera posición continental: SÉPTIMOS. Tres ediciones consecutivas instalados en esa posición no dejan dudas. Las tres Américas estuvieron nuevamente bien representadas, numéricamente, con los 42 países miembros, todos inscriptos, aunque doce de ellos no ganaron nada de nada en ninguna de las 36 modalidades en que se compitió oficialmente (Antigua y Barbuda, Aruba, Belice, Bermudas, Granada, Haití, Honduras, Islas Vírgenes Americanas, Islas Vírgenes Británicas, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y Granadinas y Surinam), lo que marca un poco el nivel de nuestros adversarios, lo que impide que midamos la euforia cuando ganamos algo.
Si estadísticamente, y en realidad según lo confirman los últimos tres podios, Argentina es séptima continentalmente; estamos al margen de la primera media docena de América; y si a estos humildes vecinos no se les gana en los PAN, mucho no se puede esperar para los Juegos Olímpicos de Londres del próximo año, ni en los siguientes de Río de Janeiro.
En este Siglo, donde ya se disputaron tres Juegos Panamericanos y donde nuestro país se atornilló a la poco envidiable séptima posición, nos superaron siempre, además de Estados Unidos, Cuba, Canadá, Brasil y México. Y en el 2003 también Venezuela; y en el 2007 y ahora, en el 2011, Colombia. Venezuela, hoy, es claramente el octavo país de este continente, pero ya se dio el gusto de superarnos dos veces (la otra fue, veintiocho años atrás, cuando organizaron los Panamericanos en Caracas).
No se necesita ir a los PAN igualmente para ver que ellos escalan y nosotros desbarrancamos, ahora mismo, en las Eliminatorias para el próximo Mundial, después de 18 derrotas seguidas, nos vencieron con ‘toque’ en fútbol, a la selección de Sabella.
Colombia, a su vez, en aquellos primeros Juegos Panamericanos de 1951, obtuvo una única medalla contra las ya relatadas 150 de Argentina. Fue Oro. Un Oro versus nuestros 68 Oros. En la tercera y cuarta edición, inclusive, ni siquiera participó. Colombia hasta 1971, inclusive, siempre estuvo atrás de Venezuela y al igual que ‘la República Bolivariana’, también era menos de un tercio de la Argentina en la estadística de los PAN. Sin embargo, nos pisó los talones en el 2003 y nos pasó en los dos últimos Juegos. En Río nos derrotó por tres Oros y en Guadalajara por los mismos tres Oros y -también- por nueve medallas en el total.
Los vecinos crecen, nosotros encojemos. Tampoco podemos decir que nos alcanzan o pasan sólo porque ellos mejoran, como intentando justificar nuestro lugar actual, esgrimiendo que nosotros no retrocedemos, y con eso pretendiendo caer en el facilismo de que ‘más no podemos’. No. No estamos simplemente estacionados. Claramente, vamos hacia atrás.
Los números son contundentes, basta revisar la historia para darnos cuenta de esto, es una simple mirada a los libros y afiches deportivos para repasar lo que nos fue sucediendo en los distintos PAM. Nuestra salud deportiva actual no es la deseada, aunque el boletín ‘médico informativo’ que los medios divulgamos tenga, siempre, un baño triunfalista y de un creo, cada vez más, optimismo exagerado.

Escrita al finalizar los Juegos Panamericanos en 2011.